viernes, 15 de octubre de 2010

Crean una silla de ruedas que se mueve con el pensamiento

Interpreta las órdenes cerebrales enviadas a la laringe para seguir las instrucciones del paciente 

 Investigadores norteamericanos han ideado una silla de ruedas que se mueve con el pensamiento sin necesidad de un interfaz cerebro-máquina. Lo han conseguido con un sistema que capta las señales eléctricas enviadas a los músculos de la laringe, que son descifradas por un ordenador y convertidas en instrucciones para la máquina. Según sus creadores, el sistema podría asimismo devolver la voz a determinadas personas que han perdido el habla.

Una silla de ruedas mecanizada que se mueve cuando el operador piensa en determinadas palabras ha sido desarrollada por la compañía norteamericana Ambient en colaboración con el Instituto para la Rehabilitación de Chicago, informa Newscientist.

No se trata de un interfaz neuronal, sino que el sistema (Audeo) desarrollado por esta empresa capta las señales eléctricas enviadas a los músculos de la laringe. Son estas señales las que le permiten descifrar las palabras en las que el paciente ha pensado.

La silla camina incluso si el paciente no tiene la capacidad de producir palabras coherentes, debido a un defecto físico como una coordinación muscular deficiente.

La única condición es que el sistema pueda tener acceso al flujo que recorre el músculo de la laringe, lo que significa que esta tecnología no es válida para todo tipo de pacientes que usan silla de ruedas.

Orden vocal

Se trata por tanto de una silla que se mueve por el pensamiento del paciente orientado a una orden vocal, lo que abre un nuevo episodio de las relaciones hombre máquina y pone de manifiesto que no siempre es necesario un interfaz cerebro-ordenador, que se aplica en otros cometidos.

No es necesario por tanto producir ondas cerebrales precisas o cantar o hacer cálculos mentales para que la silla se mueva. Sólo es necesario pensar en algunas palabras concretas como “adelante”, “despacio”, “derecha, etc., para que la silla dotada de este sistema desplace al usuario.

De esta forma, la silla puede ser de gran utilidad para personas aquejadas de lesiones en la columna vertebral o de problemas neuronales como parálisis cerebral, que podrán así manejar ordenadores y otros equipos aunque padezcan serios problemas de control muscular.

El sistema trabaja mediante un sensor que escucha disimuladamente los impulsos eléctricos enviados al músculo de la laringe. Entonces retransmite las señales, vía un sistema inalámbrico, a un ordenador cercano. El ordenador descifra estas señales y los asimila a una serie "de palabras" pregrabadas decididas durante el entrenamiento del paciente.

Niels Birbaumer, de la Universidad de Tubinga, en Alemania, explica a Newscientist: “tengo pacientes que ni siquiera son capaces de enviar señales a los músculos de su cara. En este caso sólo cabe pensar en un interfaz con el cerebro…, añadiendo que si Audeo es capaz de hacer lo que promete sería toda una proeza porque es difícil registrar las señales neuronales a través de la piel.

Antecedente de la NASA

Audeo, sin embargo, no es primer sistema que utiliza este procedimiento, ya que la Nasa creó en 2004 el prototipo similar, capaz de reconocer algunas palabras y las letras del alfabeto.

Audeo, sin embargo, perfecciona el prototipo de la Nasa, ya que la dirección de una silla de ruedas no es la única aplicación de este sistema. Sus creadores afirman que es capaz de comprender un flujo continuo de palabras, lo que significa que no se limita al reconocimiento de palabras contadas.

Además, Audeo podría asimismo convertir ese flujo continuo de palabras a través de un sintetizador en una palabra pronunciada en voz alta, lo que en principio podría restablecer la capacidad de comunicación de las personas mudas.

Recientes desarrollos en los algoritmos permiten interpretar oraciones enteras pronunciadas por un usuario y podrían aplicarse para devolver la voz a personas que no han podido hablar durante mucho tiempo.

El sistema de control de laringe ha sido desarrollado por los investigadores Michael Callahan y Thomas Coleman de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, USA, y son al mismo tiempo los fundadores de la empresa que ha presentado este invento. 

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