domingo, 12 de febrero de 2012

¿Por qué muchos sordos prefieren no oír?


Desde hace varios años los implantes cocleares han ofrecido a la gente sorda la posibilidad de tener o volver a tener una sensación del sonido.
Pero muchos jóvenes y adolescentes rechazan esta opción.
Los esfuerzos para "curar" la sordera, incluidos dispositivos como los implantes cocleares, son un asunto sumamente sensible para estas personas, particularmente para los miles de adolescentes que nacen o pierden el sentido del oído.
Muchos, como Sara Kendall, una joven británica de 19 años, se sienten profundamente orgullosos de su cultura de silencios y gestos.
"Nunca he escuchado nada, soy totalmente sorda", dice.
"Con los aparatos auditivos lo único que puedo escuchar son 'bips'. Así que me los quito y nunca los uso. ¿Qué sentido tiene?".
Sara vive con su novio, Asher Woodman-Worrell, y su madre y hermano en Nottingham, Inglaterra.
Todos en la familia son profundamente sordos.
Sara y Asher no escuchan ni hablan, viven en un mundo totalmente silencioso.
"Vivo muy feliz. Estoy totalmente apasionada por el mundo sordo. No puedo imaginar vivir fuera de este mundo. No, gracias. Soy feliz en este lugar porque mis padres me criaron sorda" dice la joven.
A pesar de tener la oportunidad de mejorar su oído nadie en la familia de Sara ha considerado nunca tener un implante coclear.
Estos dispositivos electrónicos son implantados quirúrgicamente y pueden mejorar los sonidos estimulando el nervio auditivo.
Aunque un implante no restaura el oído a la normalidad puede ofrecer una sensación de los sonidos que se están escuchando.

Implante quirúrgico

En la operación se perfora un pequeño orificio en la superficie del cráneo para colocar un dispositivo transductor, desde donde salen electrodos que transmiten las señales hacia el oído interno.
Los implantes cocleares no son adecuados para todos los sordos y los que consideran someterse a la cirugía deben realizar terapias intensivas de oído, habla y lenguaje, así como pruebas educativas y psicológicas.
Pero no todos los sordos están de acuerdo con el procedimiento y defienden con orgullo su mundo sordo.
"Personalmente le agradezco a Dios que no tengo un implante coclear porque no sabría cuál es el lugar al que pertenezco: al mundo sordo o al mundo de los que escuchan" expresa Sara.
"Sé que pertenezco al mundo sordo, eso es todo. Pero con un implante me sentiría como si estuviera en medio de los dos".
Además, agrega, "es muy ofensivo pensar que puedes 'arreglarlo'. No se puede arreglar. Si naces sordo, eres sordo, y eso es todo".
Asher, su novio, también piensa que la creencia de que un implante coclear puede ayudar, es impertinente.
"Creo que es ofensivo cuando la gente me dice 'oye, podemos convertirte en una persona que escuche'. Por eso es que los implantes cocleares realmente son un asunto muy sensible para nosotros".
Tal como señala Tyron Woolfe, subdirector de la Sociedad Nacional para Niños Sordos (NDCS) del Reino Unido, en la comunidad hay personas con una fuerte identidad sorda, pero ésta es una cultura muy variada.
"Los adolescentes sordos, como cualquier otro adolescente, tienen intereses y vidas sociales diversas. La experiencia de cada joven sordo es muy diferente" expresa Woolfe.
La decisión de no querer explorar la opción de un implante coclear es una elección personal, agrega.
"Es importante disponer de una variedad de estrategias para satisfacer las necesidades y preferencias de cada niño sordo".
"Un implante coclear es sólo una opción, y quizás no beneficie a todos los niños y jóvenes sordos. Esto puede depender del nivel y tipo de sordera que tiene una persona".

Sonidos nuevos

Alguien que sí decidió explorar esta posibilidad es Meghan Durno, de 19 años.
La joven ha sido profundamente sorda toda su vida y cuando tenía tres meses de edad se le colocó su primer dispositivo auditivo.
Meghan creció en una familia sorda. Tanto su madre, su hermana y abuelos heredaron la sordera.
La joven decidió someterse a un implante coclear. Pero la operación, que se realiza en el oído con el mejor nivel de escucha, es complicada.
Después de la cirugía el paciente debe esperar cuatro semanas para encender el dispositivo para que el área de la operación pueda sanar.
Después de este período Meghan comenzó a estudiar veterinaria y tuvo que depender únicamente de la lectura de labios porque el implante le dificultaba entender lo que los profesores estaban diciendo.
"Cuando estaba en el salón de conferencias tenía que apagar el aparato porque la profesora hablaba caminando de arriba a abajo y yo no podía entender nada. Así que tuve que depender de las notas de clase" dice.
Cuando el implante se logró establecer en el cerebro Meghan pudo empezar a identificar diferentes sonidos que nunca había escuchado antes, como el llanto de un bebé o el canto de pájaros.
"Con el implante puedo escuchar pequeñas cosas que no sabía que existían -dice Meghan- como el sonido que hacen mis manos al frotarlas. No sabía que eso podía producir un sonido".
"Una vez estaba recostada y escuché un ruido que nunca había oído y me di cuenta de que era mi propia respiración. Ahora me sorprende lo que puedo escuchar y me sorprende esta pieza de maquinaria que me ayuda a oír".


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